martes, 17 de enero de 2012

Capítulo15 de "Gracias a una Piedra"

Narrado por Caroline

Salimos de su casa y empezamos a caminar hacia el bosque. Después de dos horas de caminar llegamos al lugar donde nos habíamos encontrado a los Liksa. A lo lejos se veía el auto.
—Saquemos el GPS, nos podría ser de ayuda. — dijo Oliver corriendo hacia el auto. Yo lo seguí pero no al mismo ritmo. Cuando llegué donde Oliver éste me miró.
— ¿Qué ocurre?
—Alguien estuvo en el auto. Las llaves están puestas y  yo las dejé en el asiento y tu chaqueta está en el puesto del piloto.
—Oliver, estaba lleno de Liksas, cualquiera pudo haber sido.
— ¿Pero si tienen tu olor y te están buscando?
— ¡No son perros! — Oliver me quedó mirando tratando de acordarse si tenían algún tipo de súper olfato, pero no.
—De acuerdo. Toma el GPS. —me pasó el aparato en las manos y seguimos nuestro recorrido por el camino por el que habíamos venido hasta acá. Habían altos arboles por ambos lados del camino.

Después de un buen rato de caminar empecé a sentir algo extraño. Ruidos. Algo que nos seguía. El ambiente  era pesado.
—Oliver.
— ¿Qué? — dijo él sin darme mucha importancia y sin parar de caminar
—Algo nos sigue.
— ¡Que!
—Siento que algo… nos sigue.
— ¿De verdad?
—Si… siento algo… VEO UN OJO. — en ese momento paso por mi mente la imagen de miles de ojos sin iris siguiéndonos.
Y empezaron a aparecer una por una miles de sombras negras.
—Oliver corramos y no me sueltes— dije tomándolo de la muñeca y corriendo hacia el bosque.

Uno se adelantó y nos iba alcanzando. Pude ver que era Lick.
Cuando estaba a punto de tomarnos a los dos por la espalda algo grande y blanco lo botó al suelo. Scott.
— ¡Scott! — grité. Éste se dio vuelta rápidamente, volvió a su forma humana y me abrazó.
—Caroline— tenía su cara hundida en mi pelo y con  sus fuertes brazos me quitaba la respiración— que bueno que estas bien. — me susurró al oído.
Oliver pensando que Scott era un Liksa le pegó con toda su fuerza. Scott no se movió ni un centímetro y se dio vuelta hacia Oliver.
— ¡Tranquilos! Oliver él es Scott. Mi guardián.
— ¿Scott? El hijo de la señora Isabel.
— ¿Cómo sabes eso?
—Larga historia ahora corramos. — les dije tomando a los dos muchachos por las mangas y empezando a correr. Scott se transformó en la pantera blanca y nos subimos los dos a su lomo. Llegamos hasta el centro del bosque. Los habíamos perdido de vista.

—Caroline estas en peligro. Los Liksa sospechan que podrías ser tú el otro Lucifer.
— ¿Y que soy acaso?
—Shh solo un simple PPEP. — Scott tenía la misma mentalidad que yo. —Lo peor es que si sospechan que tú eres te mataran igual. Aunque no lo seas, total ellos no pierden nada, solo ganan una sospechosa menos.
 — ¿Entonces, cual es el plan?
—Tenemos que separarnos. Patt está a unos kilómetros de acá. Irán juntos y por lo que más quieran del mundo no se separen. Si se llegan a encontrar con un Liksa no duden en gritar, aunque este camino ya lo recorrí y está libre de Liksas.
No lo pensé dos veces y empecé a correr. Oliver hiso lo mismo.

Pero algo…
Eso de nuevo…
Esas cosas me seguían. Lo sentía.

Uno se tiró por detrás de mí haciendo caer con un golpe seco en el suelo. Me quedé sin respirar unos segundos. Una de las costillas me dolía. Seguramente estaba rota.
Él tipo que tenía encima de mi tomo mis maños las sujetó atrás de mi espalda y me levantó. Al quedar frente a él me tomó el cuello con la otra mano.
¿Qué apuro tienezs pequeña?— a eso me refería cuando hablaban extraño. No solo eso, su voz era tan gruesa que daba miedo.

Me debe de haber estado levantando unos tres centímetros del suelo. Dirás que es poco pero no es nada agradable que te levanten por el cuello.
Trate de mirar hacia donde estaba Oliver quien lo retenía otro Liksa. Éste le sujetaba la mandíbula hacia arriba.

Excelente tu plan Scott. Te felicito. ¿Y si los idiotas nos agarraban de la cara sin dejarnos hablar? De hecho con suerte respirar.

El Liksa que me agarraba se dio cuenta que buscaba a Scott y tomo tan fuerte mi cabeza que me obligo a quedar frente a sus horribles ojos sin color.
¿Y zsi tu noviezcito muere? — en ese mismo instante vi las imágenes más horribles que pude haber visto en mi vida. Parecían tan reales que me dio la sensación que estaban pasando justo al lado mío.
Oliver estaba al lado mío, todavía  bajo el agarre del Liksa quien lo apoyó a un árbol y le empezó a golpear en este, como quien fuera un saco de boxear. Yo gritaba como loca pero nada parecía funcionar. Oliver después de unos cuantos golpes cayó al suelo sujetándose el estómago. Empezó lentamente a caerse de lado hasta llegar al suelo donde empezó a toser sangre y más sangre.
Yo lloraba amargamente al ver su cara toda morada y manchada con ese vital liquido que perdía por montones. Después el Liksa sacaba un cuchillo de debajo de su cinturón y le mandaba un corte en su mejilla derecha. Esta empezó a sangrar sin control.
Yo le gritaba a Oliver que corriera, aunque sabía que respiraba a penas.
Oliver empezó a toser más y más sangre hasta que quedó rodeado. El Liksa miró el cuchillo y se dio vuelta hacia Oliver. Le clavó el cuchillo en la cabeza. El golpe que fue su final.

De golpe volví en mí sudando frio, gritando y moviéndome como histérica. Quería arrancarle la cabeza a ese Liksa por haberme hecho ver semejante atrocidad. Miré a todos lados desesperada buscando a Oliver y ahí estaba. Todavía bajo el agarre del Liksa. Me di cuenta que debí de haber montado un numerito con esa visión que lo dejó más que preocupado.

De la nada el Liksa me giró y volví a esos negros ojos.
Sentí algo extraño en mí. Todo pasó tan rápido, casi en menos de un segundo pero igual lo pude percibir. Era como que todos mis recuerdos se revolvían y mesclaban.  En ese segundo no pude dejar mis ideas claras.
Mira, mira, encontré a alguien mazs importante para ti. — Patrick pensé instintivamente — Pero creo que ya me encargue de ezse muchacho hazce rato. ¿Quierezs ver como lo maté?

¡QUE! Oh no era imposible. ¿Es imposible cierto? Patrick no puede estar muerto. No es imposible, todo esto es una vil broma. Solo eso.

Empecé a ver un joven correr. Yo miraba todo desde la perspectiva del Liksa. Cuando me di cuenta era Patrick. Él Liksa lo alcanzó pero Patrick hiso una barrera de fuego de varios metros de alto y ancho. El Liksa la rodeó y siguió corriendo al llegar a él lo botó y le empezó a pegar en el estómago y en la cara. Le hizo dos tajos en las piernas y se empezó a reír con frías carcajadas, después le rajó la polera y también el estómago haciendo que sangrara.
Le enterró la cuchilla en el antebrazo y se lo empezó a abrir. Los gritos desgarradores de Patrick resonaban en mi cabeza. Gritaba y se movía como loco por el dolor. Cuando el Liksa le dejó un agujero empezó en el otro, el que tenía vendado. Patrick gritaba y le corrían algunas lágrimas que se mesclaban con la sangre que le había hecho el Liksa anteriormente.
Era cosa de minutos para que muriera desangrado así que se levantó y se echó a correr. Patrick quedó tendido en el suelo mirando al nublado cielo.

Al despertar del trance lo primero que hice fue mandarle una patada en donde más le duele al Liksa. No será humano pero era hombre y ese truco no era primera vez que me funcionaba. Se tiró al suelo como un niñito y empezó a maldecir en un idioma que según yo era ruso.
Él otro Liksa se sorprendió pero alcanzó a reaccionar. Tomó a Oliver por el cuello y me empezó a apuntar con el cuchillo. Yo lo mande volando. Nadie me apunta con un cuchillo.
En ese momento me di cuenta que mis nervios, ansiedad, miedo y adrenalina estaban a mil. Las lágrimas corrían por mis mejillas por millones. ¿Razón? No sé.


El Liksa tenía una cara de los mil diablos. No entendía nada y lo mande a volar al igual que a su cuchillo. Tomé a Oliver, lo abrasé, sentí su perfume y vi sus ojos. Esa visión que me había hecho ver el Liksa fue tan real que no podía creer que Oliver estuviera vivo.
— ¿Estas bien? —me preguntó en un susurro mientras me acariciaba el pelo para calmarme.
—Tenemos que correr— fue mi única respuesta. Tomé a Oliver por la muñeca y con las lágrimas aun resbalando por mis mejillas y empecé a correr.

Esa maldita visión se me paseaba a cada rato por la mente. Era tan real que lloraba más aún al pensar que Patrick estaba muerto. No lo creía.
¡Maldito hijo de puta! ¿Quién te dio el derecho de matar a Patrick?

Una de las cosas que más me preocupaba, y no sé porque, era el hecho de que haya muerto y nosotros estuviésemos peleados y tan separados. Era algo no lo podía soportar. Sabía que llegaría donde él y ya sería tarde para arreglar las cosas.

Oliver corría a mi lado sin pronunciar ni una palabra mientras yo lloraba amargamente. Mi cara estaba totalmente empapada de lágrimas y mis ojos estaban rojos. De vez en cuando lanzaba algún suspiro.
Me refregaba las lágrimas con el puño de mi mano pero esta se mojó enseguida.
De vez en cuando tropezaba con algunas ramas y rocas, pero una fue la que finalmente me dejó en el suelo. Me largué a lloran nuevamente ahí tirada en el suelo, con la cara con tierra y hojas.
Si en ese momento hubiera llegado un Liksa no tendría la fuerza para pararme y huir.
Estaba ahí casi diciendo “Vengan, mátenme como lo hicieron con él, acá estoy. Su tesoro más codiciado”

Pero no estaba sola. Oliver se sentó a mi lado y me levantó. Me tomó entre sus brazos y me calmó como solo él y nadie más lo sabe hacer. Me quitó la tierra y las hojas pegadas a mi cara con las lágrimas.
No me había dado cuenta cuanto extrañaba a ese Oliver tan sobreprotector que no lo había visto desde que llegamos acá.
No hablamos ni una palabra. Nos levantamos y seguimos corriendo como si nada hubiera pasado.
Pero no lo podía soportar. Las imágenes de la muerte de Patrick se asomaban una y otra vez en mi cabeza haciéndome llorar nuevamente.
¡Vamos! Parecía una niña de cuatro años. Soy una llorica.

Una chispa encendió mi esperanza. Literalmente.
A lo lejos se veían llamas, la única respuesta posible de su causa. Patrick.

— ¡Oliver, es Patrick! — Oliver al ver mi cara esbozó una sonrisa y movió la cabeza de un lado a otro como negando. A lo lejos vi un bulto negro apoyado en un árbol. Corrí como nunca había corrido antes, y creo que corrí más que la vez que nos encontramos con los Liksa por primera vez.
Al acercarme más pude divisar que era Patrick pero algo horrible me dejo paralizada. Deje de correr y me quede a unos metros de él, contemplando su ensangrentada cara. No haya la hora de ponerme a llorar de nuevo.
No fue todo una simple visión.
Me caí de rodillas al suelo y empecé a llorar nuevamente. No sé como todavía me salían lágrimas. A Oliver le faltaban unos cuantos metros para alcanzarme pero creo que escucho mi llanto.
Sería difícil no escucharlos.

—Caroline. — escuché entre mis sollozos. ¿Sería Oliver? — Caroline — oí decir de nuevo. No me alcancé ni a secar las lágrimas cuando algo me abraza.
Y era nadie más y nadie menos que Patrick.
Se separó de mí y me miró a los ojos. Cuanto temía no volver a ver esos verdes ojos.
—Estás vivo— dije poniendo mi mano en su cara que quedo prácticamente llena de sangre.
— ¿He estado muerto alguna vez? — dijo el esbozando una sonrisa. Lo abrasé  y empecé a llorar. Nuevamente. Por todo esto quedare como llorica de por vida.
— ¿Y esta sangre?
—Un corte que me dieron en la cabeza. La cabeza es exagerada.
Oliver llegó a nuestro lado jadeando.
—Woah jamás te había visto correr así.
— ¿Tienes de poder rapidez?
—No que yo sepa.
— ¿Has descubierto alguno?
—Fuerza mental.
— ¿La sabes utilizar bien?
—Algo. Todavía no descubro que más puedo hacer con ella. Dicen que la fuerza mental tiene varias utilizaciones.
—Según lo que se los fuerza mental pueden mover cosas con la mente, a veces ver o presentir lo que sucederá es decir el futuro cercano y hacer campos de fuerza.
— ¿Cómo eso de futuro cercano?
—Puedes ver lo que sucederá en unos minutos u horas pero no lo que pasará en semanas o meses. — Esta vez fue Oliver quien contestó.
—Sí. Yo sentía cuando estábamos cerca de los Liksa. Es decir sentía un presentimiento extraño. Como sombras. El mismo que siento ahora.
Hubo un momento de silencio.
—Será mejor que nos pongamos en marcha. Caroline atenta, se te puede aparecer un Liksa en cualquier momento.
Y así empezamos a caminar Patrick a la derecha ya que su otro brazo estaba malo, y si lo atacaban por ese lado sería difícil hacer algo. Oliver iba al centro y yo a la izquierda.
Después de unos cinco minutos caminando, que parecieron horas, empecé a jugar con una piedra.
La hacia levitar frente a mí y la dejaba caer. En una que la piedra se me pierde tomo una ramita, no la alcancé ni a levantar cuando ardió en llamas. Miré instintivamente a Patrick y este solo me sonrió.

Una rama crujió. Nos dimos vuelta y nos dimos cuenta de algo. Nos habían estado siguiendo hace rato. Estábamos rodeados. Había miles de manchas negras a lo lejos.
— ¡Has un campo de fuerza! — me gritó Patrick
— ¿Cómo hago eso?
— ¡No sé, intenta algo!
Me concentraba al máximo pero no podía. Como haría algo que jamás había hecho ni sabía hacer.
Un Liksa se me acerco por la derecha, yo me di vuelta y lo mande a volar.
—Eso Caroline, has eso varias veces.
Hice eso mismo varias veces creando un círculo alrededor mío.
—Woah esto es genial.
—Has uno alrededor de Oliver — me grito Patrick que estaba achicharrando a un Liksa. Corrí donde Oliver y le hice uno a su alrededor, apenas me aleje unos metros se dibujó un circulo de fuego alrededor de Oliver y el campo de fuerza. Mande volando a unos cuantos Liksa y Patrick los hacia arder en llamas. O cuando se acercaban unos a Patrick yo los dejaba inmóviles, él los quemaba y yo los hacia volar.
Sin darme cuanta empezaron a pasar flechas al lado nuestro.
— ¡Patrick!
—Tranquila, has un campo de fuerza a tu alrededor. Y será mejor que revises el de Oliver ya se debe estar desarmando.
Fui corriendo donde Oliver y así era. El campo de fuerza no dura para siempre y se empezaba a agujerear. Oliver estaba sofocado en calor ya que entraba por los agujeros. Yo atravesé el fuego como si nada, este se separaba a mi presencia y me metí dentro del campo de fuerza de Oliver. Mis campos de fuerza no me podían poner resistencia. Empecé a sellar el campo de fuerza poco a poco una flecha alcanzó a entrar por el ultimo agujero pero cayó al suelo sin más.  Me fijé en la flecha. Era de madera. Perfectamente esa flecha puede ser mi fin o el de Patrick.
Salí rápidamente hacia Patrick para hacerle un campo de fuerza. Lo rodeé y seguí matando a los Liksa que se acercaban peligrosamente.
El escenario era realmente horrible y asqueroso. Miles de cadáveres tirados en el suelo, algunos quemaos dejando ver grandes heridas que algunas llegaban hasta los huesos, caras deformadas, brazos rotos en ángulos inhumanos, cráneos rotos , Liksas afectados por los golpes que caían con golpes secos en la tierra o sobre duras piedras que muchas veces les partía el cráneo y algunos yacían en su propia sangre. Pero a nadie le importaba, los otros Liksa que seguían vivos seguían tratando de matarnos. Eran miles contra dos o tres ya que Scott recién había llegado. Nadie se preocupaba por los heridos o los moribundos, después de todos esas cosas no se les puede llamar humanos o animales ya que no tenían ni un sentimiento positivo por eso eran tan negros y no poseían un color. El color era algo tan puro y hermoso que ellos no lo merecían tener. Por eso lo perdían cuando su alma se volvía negra y con ella la mayoría de sus buenos recuerdos.

Scott llegó como pantera y yo inmediatamente le hice un campo de fuerza a su enorme cuerpo.
No sé si era mi idea pero cada vez habían más Liksa y tiraban más flechas. Por lo menos unas diez deben de haber chocado conmigo haciendo unos pequeños agujeros que no he tenido tiempo de cerrar por tener a varios Liksa sobre mí.
Así matamos a uno, dos, tres, diez, cincuenta, hasta cien  y creo que más. Pero las flechas seguían aumentando.
Todo paso muy rápido.
— ¡Caroline! — me gritó Patrick a todo pulmón. Yo me di vuelta rápidamente.
— ¡Cuidado! — me grito Scott ahora en su forma normar corriendo hacia mí y apuntando hacia delante. Me di vuelta rápidamente y la vi. Esa flecha venia directamente hacia mí. No tuve tiempo de reaccionar. Un agudo dolor en el pecho me hiso retorcerme y caer de espaldas al suelo. Por suerte Scott me alcanzó a agarrar. Lo último que recuerdo fue levantar mi mano  de la herida y encontrarla llena de sangre mirar a Scott y ver el miedo, la angustia y el temor reflejado es su mirada, mire hacia al lado donde venía Patrick y el mundo se volvió borroso. Lo ultimó
Que escuche fue un grito de Scott.






Capítulo14 de "Gracias a una Piedra"

…Cayendo a mi lado.
Llegó Oliver y me tiró hacia él saliendo del agarre del joven Liksa que yacía sobre mí. Él le había hecho una pequeña llave que lo dejaría unos cinco minutos inconscientes. Cinco minutos para desgarrar los músculos corriendo.

Llegamos a lo más profundo del bosque. Los Liksa ya no se veían. Los habíamos perdido.

Ya no podía más y sin ni un aviso me tire al suelo golpeándome fuertemente el torso contra éste. Oliver asustado se dio rápidamente vuelta hacia donde yo estaba.
— ¿Carline?
—Tranquilo, estoy cansada. Ven siéntate un rato.

Él se sentó a mi lado, levantó mi cabeza y la puso sobre sus piernas. Me empezó a acariciar la cabeza como siempre lo hacía cuando lloraba o estaba triste.

—Fue un día difícil ¿No?
—Demasiado. Pensé que sería el último. — Oliver se quedó mirándome.
— ¡No digas estupideces Carline! — Se sobresaltó y me abrazó— sabes que muero si te pasa algo. ¿Qué mierda se te pasa por la cabeza? Tú no morirás aún.
—Oliver, no te pongas así. Sabes que tarde o temprano llegará el momento.
— ¡Pero ahora no es! Será cuando ya tengas un esposo, hijos y nietos. ¿A dónde está la Caroline soñaba con viajar por todo el mundo, conocer a un extranjero y casarse con él?
Reí como no lo había hecho desde que llegamos a ese lugar.

—Ese era un sueño de hace años.
—Pero lo podrías convertir en un sueño de ahora. Y el extranjero podría ser Patrick. ¿Qué te parece? — lo fulminé con la mirada. — Perdón la jodí, la jodí. No me mires así.
—Ese es ahora el sueño de Jess.
—Ahora me doy cuenta cuan colada estabas por él. Bueno, tratando de cambiar el tema, ¿Dónde dormiremos? La tarde ya está cayendo.
—No sé. Me arrepiento de no haber sacado el GPS. Nos seria de mucha ayuda. Pero me acuerdo que en los bordes del círculo del centro habían casa y también al centro.
—De acuerdo. ¿Hacia dónde caminamos?
—Supongo que tenemos que seguir derecho.

Caminamos mínimo dos horas. Ya se estaba oscureciendo y  la fría noche de otoño llegó, cuando encontramos una calle a nuestra derecha. Caminamos por ella esperando encontrar algún lugar donde quedarnos o pedirle a alguien que nos pueda llevar al instituto. Ya no había posibilidad de ir a visitar a papá o Adrik. No había posibilidad de salir.
No teníamos ni un centavo en el bolsillo pero teníamos en el instituto.
Ojalá haya un alma amable a estas horas que quiera recoger a dos jóvenes perdidos. Pero no había ni un alma en pena a esas horas en las calles.

A los quince minutos de caminar calle adentro nos encontramos con varias casas y locales. Ya no daba más. Por mi feliz dormíamos en cualquier lugar pero el frio era insoportable y yo estaba con un vestido.

Me senté a la mitad de la calle por donde ni un auto había pasado en horas y Oliver me imitó apoyándose en mi espalda.

— ¿Qué haremos?
—Ni idea. ¿Oliver?
— ¿Qué?
—Perdón por meterte en esto. — él se dio vuelta y me abrazó de atrás.
—No seas tonta. Te agradezco que me hubieras elegido a mí para escapar. No sabes cuantas ganas tenia de escapar de ese lugar. Pero hubiera sido mejor si hubiéramos traído a Kate. La extraño.
—No han pasado más de 10 horas desde que la viste por última vez.
—Lo sé. Pero cada minuto se hace eterno.
—Y pensabas que yo era la loca de amor. ¡Mírate!
Oliver rió.

Por la calle pasaba una ancianita con lento caminar.
—Oliver podemos preguntarle a ella. —Oliver se paró y yo lo seguí.
—Disculpe señora, me podría decir usted algún lugar para hospedarse. Estamos perdidos.
—Oh querido, lo siento. Las cabañas están a las afueras de la ciudad.
— ¿Cuánto camino es?
—Unas tres horas en auto querido. ¿Han dicho que están perdidos?
—Sí.
—Quédense conmigo. Tengo harto espacio en mi casa. ¡Vamos, vamos! — dijo la ancianita caminando. Le lancé una mirada a Oliver y él se encogió de hombros y siguió a la viejita.

Llegamos a una antigua casa. Como había dicho la viejita era bien espaciosa.

—Pónganse cómodos queridos. — dijo dirigiéndose hacia la cocina. — ¿té o café?
—Café— dijimos al unísono con Oliver.

Después de un rato volvió con los dos cafés y un té.
—Díganme Isabel. Y bueno sus nombres ¿son?
—Caroline.
—Oliver.
—Ho, que bonitos nombres queridos, y díganme ¿Son novios?
—No. Somos mejores amigos— me adelante a decir.
—Oh, queridos yo me casé con mi mejor amigo.
—No señora Isabel, es diferente, yo tengo novia.
—…Y somos como hermanos — me adelante a decir.
— ¿De acuerdo y que son?
—Yo soy un PPEP y Oliver es un PPEC.
—Yo también soy un PPEP ¿Qué poder tienes?
—Fuerza mental. — Isabel abrió más los ojos.
— ¿D… De v… verdad?
—Sí. ¿Qué tiene?
—Es poco común encontrar gente con ese poder. Ya está casi extinto porque ese poder requiere mucha energía y la mayoría muere por sobre uso de esta. Tú eres las segunda que conozco en este lugar que la tenga, además de mi marido. En cada Orbis hay máximo tres o dos PPEP con fuerza mental.
— ¿Su mejor amigo? — dijo Oliver. Yo le di un codazo.
—Haha, si él querido. ¿Qué poder tienes tú? — se me heló la espalda al escuchar eso. Ojala que no diga que es humano.
—Resistencia. — subestime a Oliver. Él como siempre tan vivo.
—Una pregunta señora Isabel, ¿A qué se refería con eso de Orbis?
—Se nota que son nuevos acá. Bueno querida las Orbis son las abducciones, como en las que estamos ahora. Se les dice Orbis desde hace tiempo. Pero Abducciones es como se le debería decir formalmente. Ahora estamos en la Orbis o abducción  Sihara. Esta solía ser una de los Orbis más seguras de todos pero hace ya 16 años fue elegida para ser la academia que estaría encargada de los Lucifer. Y desde entonces los Liksa rondan por las afueras de las ciudades. ¿Supongo que sabes qué son?
—Sí, pero no sabía que estaban en nuestro instituto. Jamás había oído hablar de eso dentro de instituto.
— ¡Pero como se te ocurre querida! Nadie sabe que ese es el instituto elegido. Ni los Liksa. Pero esas cosas son listas y piensan que esta Orbis o las dos vecinas podrían ser. Así que por eso rondan por los lugares, para poder pillarlos. Y la identidad de los Lucifer y su ubicación es información clasificada. Yo fui guardiana de los Lucifer de los años 1110, 1210 y 1310. Me acuerdo perfectamente de esos dos muchachos. Se odiaban a muerte. Siempre lo hicieron. Tanto que en un entrenamiento casi se matan.
Y los siguientes fueron todo lo contrario. Eran puro amor, estaban todo el día juntos, tanto que la joven quedó encinta de él cinco meses antes de sus 18, cuando se juntarían las piedras. Fue muy trágica esa pareja.
— ¿Pero no decía usted que se amaban?
—Sí, pero la joven y su hijo murieron cuando juntaron la piedra. Ya que se necesita mucha energía para eso y ella además estaba encinta lo que le quitaba energía. Y él joven tan enamorado que estaba se suicidó en menos de una semana sintiéndose culpable por haberla dejado encinta.
—Woah— dijo Oliver. — y la tercera pareja ¿Qué pasó con ella?
—Ella estaba comprometida, obligada a casare con un hombre de buena familia. Ese joven rico con quien tenía que casarse la amaba, pero ella no sentía lo mismo por él, pero no podía hacer nada ya que sus padres los obligaban a estar juntos y los hicieron vivir juntos. Acuérdense que en esos tiempos las parejas se casaban jóvenes y con gente que apenas conocían solo por la ambición de sus padres.
Ella tenía una pequeña ventaja ya que tenía que ir al instituto para entrenar y ahí se encontraba con el otro Lucifer. Tenían aventuras a escondidas de sus padres. Juntaron las piedras si ni un problema. Pero eso significaba que no se podrían seguir viendo. Pero no fue así. Ellos se seguían viendo en las afueras del bosque. Pero un día el esposo de ella por curiosidad la siguió y los encontró besándose. Él por la rabia que su esposa lo engañase y además que él la amaba le tiro una flecha que iba dirigida hacia el muchacho pero al estar los dos abrazados le llego por la espalda a él y lo atravesó llegándole a la muchacha.

Caroline estaba pálida por esas historias.
—Se nota que están divertidos escuchando mis historias. — dijo mirando a Oliver que estaba muy metido en el tema. — Y gracias a mi hijo que es guardián de los actuales Lucifer puedo tener acceso a información como quienes son y donde están. Por eso sabía que este era el instituto donde se encontraban.
—Espere ¿Su hijo? — Preguntó Oliver. Él pensará que es Lithgow ya que yo no le he hablado de la existencia de mi guardián.
—Si querido tengo dos hijos Scott y Lick, y una hija, Eli. — Se me heló la espalda a escuchar su nombre.
—Señora Isabel, estas cosas que nos cuenta son información clasificada. ¿Por qué nos la cuenta?
—Querida Caroline, no pretendas mentirle a una anciana que ha tenido a más de diez Lucifer a su alrededor en toda su vida. Puedo distinguir a un Lucifer a metros de mí, querida Lucifer.

Nuestra cara era un retrato. Mierda. Ahora sí que esta señora me dio miedo.

—Así que es verdad. Tengo a nadie más y nadie menos que a Caroline Walkovic frente a mí. Un gusto. ¿Cómo está el joven Patrick?
—Bien. — dije bajando la mirada al suelo.
—Me han dicho que ustedes son muy extraños.
—Eso dicen. ¿Puedo ir a buscar un vaso de agua?
—Adelante, siéntete como en tu casa.
 Me paré y fui a la cocina viendo las fotos que el largo pasillo tenia. Después de servirme agua volví por el estrecho pasillo pero ahora encontré una foto donde salían dos muchachos muy apuestos.
Scott estaba a la derecha con sus cabellos rubio-ceniza y sus verde-amarillentos ojos. Al lado de él había un muchacho tan apuesto como el que me parecía familiar. Tenía unos potentes ojos verdes y castaños cabellos.
Ese muchacho… era el Liksa que me atrapó.
Tenía razón con lo atractivo. Lick se había transformado hace menos de un año ya que todavía conservaba parte de sus colores. Y también eso me explicaba porque no me había matado de inmediato. Cuando le dije que mi poder era fuerza mental él se debió haber acordado de su padre.

—Señora Isabel por casualidad ¿Su hijo Lick se convirtió en Liksa? — la sonrisa se le borró de su cara en menos de un segundo.
— ¿Por qué preguntas querida?
—Me he topado con él, hoy, cuando escapamos del instituto.
—Lo… ¿lo has visto? ¿Su alma ya está negra?
— ¿Cómo?
—Cuando se trasforman los Ikall a Liksa pierden sus colores ya que los Liksa son pura maldad y el color es algo puro. Algo que alguien con tanto rencor y odio en su corazón jamás podrá tener.
—No, no estaba perdido, tenía solo las raíces de sus cabellos negras, todavía quedaba un rastro de su Iris y no tenía ese extraño acento.
— ¿No te mató? Si todavía le quedaba algo de Ikall debe haber sentido algún aura mayor.
—No, creo que fue porque le mencioné que tenía fuerza mental. Se debe haber acordado de su padre.
—Podría ser.

No seguimos hablando del tema y nos fuimos a acostar. Yo me acosté en la pieza de Scott y Oliver en la de Lick.
Al rato no podía dormir. Empecé a pensar en todas las cosas que habían pasado solo este día.
El entrenamiento con la señora Gibson, el almuerzo con los chicos, el beso con Scott, Jess y Patrick, la rama, las llaves, escapamos del instituto con Oliver, nos dimos cuenta que estábamos en una abducción u Orbis, nos encontramos con los Liksa, estuve a punto de morir, las señora Isabel, sus hijos y  esposo, y ahora estoy llorando como tonta nuevamente con la almohada pegada en la cara. Ya he pasado dos horas llorando desde que me acosté. No quiero ir al baño porque está en la tercera planta y además al lado de la pieza de la señora Isabel, así que decidí ir donde Oliver.
Al llegar abrí la puerta cuidadosamente y la cerré. La pieza era muy alegre, sus paredes tenían colores verdes, celestes y cafés. Me acerqué al mueble que estaba al lado de la ventana y encontré unas fotos enmarcadas. En una salía con su familia, en otra salían dos niñitos disfrasados de los personajes "cosa 1 y cosa 2" de la película El  Gato con el sombrero,que creo que eran Scott y él (supongo que eran mellizos), en una se estaban besando con una joven y en la otra abrazaba una joven que tenía sus mismos ojos (que supongo que era su hermana Eli).

Me pude percatar que había una tercera y una cuarta, en una salía su hermana sola y al lado de esta estaba la joven que él besaba. Sobre ambas fotos había una cruz. A los lados había recortes de ángeles y al lado de esta una pequeña rosa blanca marchita.

Me senté al borde de la cama al lado de Oliver. Esté se despertó.
— ¿Qué ocurre? ¿Por qué has llorado? — me pregunto sentándose y secándome las lágrimas de la cara. Yo lo abrasé.
— ¿Me puedo quedar contigo?
—Pero por supuesto. — me contesto y me metí a la cama al lado de él. Oliver me empezó a acariciar la cabeza como lo hacía siempre. Me sentía pequeña al lado de él, indefensa, como si él fuera algo tan grande y protector… era literalmente como un hermano y su hermana pequeña. En menos de cinco minutos ya estaba profundamente dormida.

Al siguiente día me desperté por el olor a tostadas ya café. Oliver ya no estaba a mi lado así que supuse que estaría abajo. Bajé y me senté a la mesa junto a Oliver y la señora Isabel. Me acorde de las fotos.
— ¿Puedo peguntarle algo señora Isabel?
—Si querida.
—Usted tenía una hija. ¿Qué le pasó?
—Oh, querida esa es una historia un tanto larga.
—Perdón, si no quiere no tiene porqué contarme.
—No, no querida, deberías saberlo. Hace trece años cuando Patrick ya con solo tres añitos de edad estaba inscrito como Lucifer Insignis empezaron a buscar al otro Lucifer. Varios científicos se unieron alrededor del mundo y empezaron a hacer experimentos con algunos alumnos que tenían indicios de ser Lucifer. Controlaban sus auras para poder controlar la piedra y obviamente a muchos esos experimentos les traía pérdida de memoria, no tener control de sus propio cuerpo, enfermedades o la muerte en la mayoría de los casos.
Hace 12 años atrás Eli decidió estudiar en este instituto enfermería porque ella sabía que necesitaban a otra enfermera además de la señora Margaret, que por cierto es una buena amiga mía. Eli era un PHE, se podía transformar en una hermosa ave al igual que yo. Normalmente los PHE se transforman en guardianes pero ella quería estudiar enfermería después de haber sido casi 300 años guardiana.
Cuando entró al instituto no pasaron más de dos meses y el profesor Lithgow se empezó a interesar en ella. Un viernes en la tarde ella ya estaba en su pieza ordenando sus cosas para venir a casa como todos los fines de semana pero ese fin de semana no volvió. El profesor la durmió y se la llevo a su laboratorio a escondidas y le empezó a hacer experimentos. Margaret que pasaba casualmente por ahí se dio cuenta y me llamó. Con su padre, Lick y Scott fuimos de inmediato a salvarla pero no llegamos a tiempo. ÉL profesor se había dado cuenta que no era ella y justo le había dejado de hacer los experimentos pero ella estaba débil. El profesor había escapado y si lo hubiéramos encontrado tampoco nos hubiera servido de mucho ya que esos experimentos están en el consentimiento de todas las autoridades. ¿Por qué lo hacen? No  sé, solo lo saben los que lo hacen y las autoridades.
Eli estaba débil, la llevamos en auto al hospital más cercano. Scott la llevaba en sus brazos y le dio energía, pero no era suficiente. Los PHE pueden dar muy poca energía, eso le sirvió solo para seguir viva unos minutos. Scott y yo éramos los únicos que pudimos darle energía ya que mi marido es una especie de Hibrido mitad PHE y PPEP, y Lick es PPEC. Antes de llegar al hospital Eli murió en los brazos de Scott.
Lick estaba destrozado, él siempre fue más apegado a ella y juró vengarse de ese infeliz.
No pasó ni un año cuando secuestraron a la novia de Lick con la que se iba a casar en menos de dos meses. Ya que ella era una PPEP de telepatía y tenía un aura muy poderosa casi como la de un Lucifer.
Hubo muchos testigos que decían que se la habían llevado a la Orbis vecina, así que partimos los tres a rescatar a Stephanie, su novia, pero no tuvimos la misma suerte que con Eli. Cuando entramos al laboratorio ya estaba muerta. Lick se descontroló  y mato al científico que la había matado. Después llegaron refuerzos y dispararon una bala que sería su fin, pero no fue así, mi marido se cruzó para salvarlo y la bala le llego a él.
Después de diez años llorando todas las noches empezó a sentir cada vez más rencor hacia los que apoyaban a los Lucifer. Pero Lick estaba equivocado, no tenía que estar contra a los que apoyaban a los Lucifer si no hacia los científicos que los manipulaban. Pero ni yo lo hice entrar en razón y su corazón se llenó de odio y se convirtió en uno de ellos.
— ¿Por qué usted no me odia o Scott?
—Querida ustedes los Lucifer no tienen nada que ver con esto. Los Liksa están tan llenos de odio que no piensan eso, piensan que ustedes son los causantes de tantas muertes e injusticias. Pero Scott y yo nos mantuvimos firmes, sabíamos que no era su culpa ni de los que los rodean, como la señora Margaret o los profesores, si no de los científicos, esa secta secreta que tiene ellos.
— ¿Pero, por qué Scott además es mi guardián? Él está destinado a dar su vida por la mía si es necesario, y mataron a su hermana buscando a mí.
—Lo se querida, pero él es guardián porque está en contra a esa secta y todos los que te ayudan están secretamente en contra de esa secta. Por eso ayudan a que Lithgow o cualquier otro no te haga daño. Esa secta se habrá creado hace menos de 13 años pero ya tiene a varia gente en su contra, secretamente obviamente, porque oponerse a algo así es la muerte segura, si te enfrentas claro. Por eso ellos pueden matar a los Liksa como si fueran animales, porque están en contra de los Lucifer, de todos los que los ayudan y ellos. Y piensa que si la señora Margaret se pusiera públicamente en contra a ellos le quitarían en trabajo y la marcarían para siempre como rebelde y no la aceptarían en ningún otro trabajo.
—Señora Isabel, perdón por interrumpirla. Pero, creo que es hora de volver. Estarán preocupados y además nos ganaremos un bues castigo. — dijo Oliver parándose de la mesa. —muchas gracias por todo y ojala nos volvamos a ver.
—Un gusto cariños, llévense unos panes para el viaje. — dijo pasándonos dos panes envueltos en unas servilletas.
—Gracias señora Isabel, muchas gracias por todo—dije abrazándola. Me había encariñado bastante con ella.
—Mándale saludos a Scott de mi parte.
—Así será.